Un trocito de pan le di a una hormiga, alegre lo tomó y se dirigió a su hormiguero. La perdí de vista un momento y, al volver a encontrarla con la mirada, estaba siendo atacada por una araña diminuta, negra y muy rápida. La hormiga abría sus fauces y se defendía, pero se retorcía por su parte inferior. La araña se alejó un poco y esperó. La hormiga luchó unos instantes contra el veneno que le recorría, pero al final se quedó inerte. La araña la lió con su tela de araña (invisible a mis ojos) y se la llevó a cuestas. La perdí mientras subía una alta pared.
La imagen de la hormiga agonizante me impactó, y pasó por mi mente la idea de asustar a la araña o incluso aplastarla, pero me contuve y tan solo fui un observador de una lucha quizá desigual, pero no injusta.
Otra hormiga, del mismo hormiguero, recogió el trocito de pan.
24 de julio de 2016
La imagen de la hormiga agonizante me impactó, y pasó por mi mente la idea de asustar a la araña o incluso aplastarla, pero me contuve y tan solo fui un observador de una lucha quizá desigual, pero no injusta.
Otra hormiga, del mismo hormiguero, recogió el trocito de pan.
24 de julio de 2016
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