Ya lo he comentado en más de una ocasión: ir al cine es una de las experiencias con la que más disfruto, ya sea una película épica o una historia intimista, si está medianamente bien narrada o simplemente ofrece diversión descerebrada hace que me olvide del mundo durante un buen rato... Aunque hay veces que me lo ponen difícil otros espectadores, como el tipo que come palomitas como un cerdo y se ríe estridentemente sin que nadie cuente un chiste, o esos individuos de la fila de atrás que no tienen otro sitio donde apoyar sus peanas salvo en el respaldo de mi butaca, por no hablar de los que se tiran toda la película mirando el móvil, o comentando todo lo que pasa... Hay demasiada gente que no sabe distinguir entre estar en casa o fuera de ella.
17 de junio de 2016
17 de junio de 2016
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