Es curiosa la justicia. A unos titiriteros que, supuestamente, hacen apología al terrorismo en una de sus obras para infantes se les mete entre rejas de forma incondicional; mientras que a un pederasta confeso se le deja libre, eso sí, prohibiéndole acercarse a menores...
Supongo que, pensará la ciega justicia, siempre es más peligroso que siembren una idea en un pequeño cerebro a que abusen de su cuerpecito.
8 de febrero de 2016
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