lunes, 4 de julio de 2022

Por un planeta vivo

Estas semanas, en Francia, ha habido violentas protestas ante el anuncio de un impuesto que gravaría el diesel. Obviamente esta solo ha sido la gota que ha colmado el vaso, hay mucha gente que siente que, en este caso, Macron gobierna para los ricos, siendo los mismos de siempre los que pagan el pato.

De aquí a diez años los científicos del IPCC recomiendan que se reduzca un 45% las emisiones de CO2 si no se quiere sobrepasar los 1,5ºC estipulados en los Acuerdos de París. Diez años. Nos enfrentamos a cambios brutales en un muy corto espacio de tiempo, cambios que son absolutamente necesarios si queremos tener un planeta habitable a medio plazo, si queremos evitar hambrunas, migraciones masivas y conflictos. Es el precio que hay que pagar por no haber actuado antes, cuando los científicos dieron las primeras voces de alarma.

Ahora bien, hay unos pocos, los que más tienen, que harán todo lo posible para que la mayor parte de la carga no caiga sobre ellos, para que paguen los de siempre, los que menos tienen. Es imperativo que los gobiernos tomen medidas reales para que los más desfavorecidos no caigan en el abismo, para que se haga una redistribución justa de la riqueza, para que la transición a una economía baja en carbono no signifique la miseria para la mayoría.

En un planeta muerto no hay paro, y tampoco hay nada que comprar con los millones de esa gentuza llamada Mercado.

21 de diciembre de 2018

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