sábado, 15 de agosto de 2020

Una (otra) conspiración

El decrecimiento es algo positivo, pero también puede ser negativo.

Hay varias formas de decrecer, de consumir menos. Una de ellas, la más lógica, sería que los que más tienen consuman muchísimo menos (sin perder por ello en calidad de vida, sino en bienes materiales) y que el resto bajen algo sus niveles o incluso los aumenten (según el caso); y otra opción es la que parece se está imponiendo, en la que una reducida élite mantiene su lujoso y derrochador estilo de vida mientras que la inmensa mayoría ve mermar no solo su capacidad de consumo, sino su calidad de vida.

Esto lo hacen de manera muy simple: reduciendo derechos así como no quiere la cosa, empeorando los servicios públicos (con la inestimable ayuda de nuestros gobiernos), haciendo que el empleo sea más precario y a la vez aumentando la edad de jubilación (y sugiriendo que se amplíe aún más). Entre otros detalles, como creando acuerdos transnacionales (TTIP, CETA, TISA...) que den más poder a las grandes corporaciones frente a los Estados... Sí, amigos, son los propios Estados los que, poco a poco, están regalando no solo su soberanía a las multinacionales, sino que están privando a la ciudadanía del poder de decisión, y lo hacen, no sé si conscientemente (mejor pensar que son tontos y lo hacen con la sinceridad del idiota que piensa que es mejor para su pueblo), para incrementar una miseria el PIB y, supuestamente, generar riqueza en forma de puestos de trabajo.

Sí, o tenemos unos dirigentes subnormales o, simple y llanamente, tienen buenas ofertas "laborales" para cuando terminen sus mandatos.

26 de septiembre de 2016

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