Si se acercan a ti de forma un tanto violenta o agresiva, irremediablemente, adoptas una actitud similar, alimentando así la ira (justificada o no) de la otra persona. Por tanto, antes de alzar la voz o fruncir el ceño en exceso, lo mejor es no dejarse llevar y simplemente pensar, hablar con el tono más calmado que tengas y que el otro grite lo que le apetezca. Porque si tu actitud no cambia el otro no tendrá otra que resignarse o hacer el ridículo.
18 de agosto de 2016
18 de agosto de 2016