De vez en cuando me acuerdo de la comparecencia de Mariano Rajoy en la pantalla de plasma (o quizá LED), o de aquella vez que no pudiendo eludir a los periodistas y sus insistentes preguntas en un pasillo del congreso dio media vuelta y salió por el garaje no diciendo ni mu. Recuerdo, con cierta preplejidad, su discurso de investidura y el "no voy a hablar de la herencia recibida" y como en pocos días ya estaba en ello, no olvido todo lo que ha mentido (incluído en el Congreso) y, mucho menos, sus políticas autoritarias y recortes de derechos. Jamás olvidaré "no todo se puede demostrar".
Sin duda Rajoy es un digno heredero del caudillo, tan querido entre las filas del PP (que, recordemos, es el partido heredero del franquismo), un político de baja estofa, con nula imaginación y al que, como a Franco, le gustan las cosas "como dios manda".
23 de julio de 2015
Sin duda Rajoy es un digno heredero del caudillo, tan querido entre las filas del PP (que, recordemos, es el partido heredero del franquismo), un político de baja estofa, con nula imaginación y al que, como a Franco, le gustan las cosas "como dios manda".
23 de julio de 2015
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