Crispación espontánea

Desde algunos medios se habla de la crispación creciente como si hubiese nacido un poco de la nada, como si todos los implicados tuvieran la misma responsabilidad, como si todos hubiesen encendido los mecheros a la par. Pero no ha sido así.

Cuando los esfuerzos de todos los partidos políticos deberían estar encarados a salir de la pandemia tanto en lo sanitario como en lo económico y lo social, la derecha se está dedicando principalmente a atacar al Gobierno con la nada sutil intención de debilitarlo y hacerlo caer. Porque no hay que olvidar que antes de que se formara la coalición que hoy gobierna, antes de ello ya la tachaban de ilegítima (e incluso dictatorial), y ahora se sigue alimentado ese hecho (y volviendo a sugerir un "gobierno de concentración" sin Unidas Podemos, claro). Algunos incluso denuncian que vivimos en un régimen sin libertades a pesar de que han salido a manifestarse en coche (y también a pie, poniendo en peligro así a todos) sin mucho impedimento y nula represión. Gritan e insultan pero no proponen nada, ellos son unos patriotas más de "que caiga España, que ya la levantaremos nosotros". Porque si no son ellos los que ejercen el poder, nada está bien. Son los únicos que pueden gobernar legítimamente.

Puede que desde el Gobierno no se estén manejando bien ciertas cosas, que no estén comunicando bien e incluso que no esté fluyendo correctamente el diálogo con los grupos parlamentarios de la oposición, pero son las derechas las que están echando leña a una hoguera que ellos mismos encendieron hace meses (o incluso años, no olvidemos la oposición que tuvo Zapatero).

28 de mayo de 2020