Como hay prueba de fuego, también la hay de agua, y hoy la ha pasado la "equipación" que compré para desplazarme a mi centro de estudios (eufemismo de instituto), pensado primeramente para hacerlo sobre transporte de dos ruedas bajo motor biológico (bicicleta), pero que en esta ocasión la he usado a pie. La protección ha sido casi perfecta, salvo a los pies no ha llegado agua a ninguna parte de mi cuerpo, y es que los cubre zapatos (o como se llamen), no están diseñados para evitar que entre el agua de las calles anegadas.
11 de septiembre de 2014
11 de septiembre de 2014
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