Con cosas sencillas uno puede sentirse satisfecho. Por ejemplo, ayer terminé una caja nido (hecha con corcho) y la coloqué en un alcornoque con la esperanza de que la habite (y críe) un mochuelo. Verla finalizada fue una grata alegría y, una vez colocada, todavía lo fue más. El día en que estén viviendo en ella una pareja de aves (sean mochuelos o no), realmente me sentiré feliz.
2 de abril de 2014
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