Cuán útil sería que pudiéramos hacer una copia de seguridad de nuestros recuerdos. En caso de que sufriéramos un accidente y perdiéramos la memoria total o parcialmente solo tendríamos que acceder a la copia; o si padeciéramos Alzheimer u otra enfermedad degenerativa podríamos recuperar esas vivencias más cercanas, quizá volver a sentirnos nosotros aunque fuera durante unos días. Lo práctico que sería también para recordar dónde demonios guardamos (o a quién prestamos) aquel libro, o película o cualquier otra cosa.
Lo malo de tener a mano una copia de nuestros recuerdos es que si niegas, aún acordándote, de que prometiste algo a tu pareja, ella, o él, seguro que se acercará al disco duro, lo enchufará a donde sea necesario, y buscará hasta encontrar el instante de la promesa... Otra cuestión es que guardemos tan bien nuestro particular back-up, que olvidemos dónde lo hemos dejado.
Hasta las buenas ideas tienen sus inconvenientes.
26 de marzo de 2014
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