Tomar las naranjas del árbol (un naranjo, por supuesto), partirlas y exprimirlas al instante... Cortar una lechuga, limpiarla y preparar una ensalada; coger uno mismo las acelgas para cocinarlas, arrancar las patatas a la tierra y freírlas en una chimenea... Lujos que pocos se pueden permitir. Y es que si no somos ricos es porque se ambicionan cosas, en su mayoría, innecesarias.
12 de enero de 2014
12 de enero de 2014
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