Es inaudito, pero es la verdad. Nada ni nadie puede interponerse entre estos dedos, que cuentan ya con varias décadas, y el teclado. No hay barrera que impida a las llemas chocar contra las teclas con ahínco en pos de alcanzar una meta, un fin que ni ellos mismos conocen.
4 de marzo de 2015
4 de marzo de 2015
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