El otro día, después de mucho tiempo, sufrí una caída con la bici.
Iba de regreso a mi dulce hogar después de pasar la mañana en la biblioteca, cuando por algún motivo que no logro recordar (secarme el sudor, recolocarme la gorra, rascarme, introducir un dedo en un orificio nasal...) solté una mano del manillar y, al estar el terreno de tierra ligeramente inclinado hacia la izquierda, la rueda delantera patinó y con ello el equilibrio se rompió. Intenté restablecerlo llevando mi mano derecha de nuevo al manillar, pero no tuve tiempo de ello y acabé con mis huesos (cada día más viejos) en el suelo. Rodé dos o tres veces, me quejé con una sonrisa y me levanté. No sufrí daños de importancia, sin embargo el portátil, a pesar de estar seguro en la mochila, recibió un daño inesperado, no grave, pero sí preocupante: los puertos USB se desplazaron ligeramente hacia arriba, teniendo que forzar un poco para conectar los diferentes dispositivos. Por lo demás, todo parece furular.
15 de julio de 2014
15 de julio de 2014
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