No son pocos los políticos y periodistas que, tras el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, han "denunciado" la crispación hacia la clase política y la, al parecer, creciente violencia hacia la misma. Obviando el hecho que desde un principio se descartó que el crimen era político y que, de hecho, se ha corroborado que es por una cuestión de inquina personal (más aún teniendo en cuenta que tanto la(s) acusada(s) como la asesinada eran del mismo partido), esos políticos que se quejan precisamente de que haya una creciente crispación "hacia ellos" deberían dejar el papel de víctimas (y de inventar causas y efectos) para hacer un ejercicio de autocrítica, de meditar sobre lo que están haciendo para que, en efecto, la ciudadanía esté cada vez más molesta, que la desafección política vaya en aumento.
20 de mayo de 2014
20 de mayo de 2014
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