Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que me lavé las manos después de dar de cuerpo. Fue algo tan refrescante, tan novedoso. Mis manos no sólo estaban limpias, sino que olían bien e incluso estaban más suaves. Da gusto recordar momentos tan buenos como aquel. Aunque, ahora que me acuerdo, ¡si realmente fue ayer!
No hay comentarios:
Publicar un comentario