De nuevo las encuestas se vieron sobrepasadas.
Ayer se celebraron las elecciones de Andalucía, y ayer un partido xenófobo, racista..., fascista irrumpió (a pesar de no ser un recién nacido) en la política, obteniendo 12 diputados (más de 395.000 votos, menos del 10% del censo electoral). Dos de ellos de Cádiz.
No puedo negar el chasco que me he llevado, ni la vergüenza que he sentido y todavía siento, más todavía al ver en rueda de prensa a Pablo Casado, que parece más candidato que el candidato, arropado por su equipo con una sonrisa de oreja a oreja y diciendo que había llegado la hora del cambio, de que el PP gobernara (algo parecido dijo, parece ser, Rivera), de que "el centro derecha" ocupara su lugar.
No es que me sorprenda, pero que partidos que se consideran a sí mismos moderados (aunque sus discursos, que buscan la confrontación, cada vez más virados a la derecha, han sido un buen combustible para VOX) estén dispuestos a gobernar con el apoyo (y quién sabe si con algo más, pronto se sabrá) de un partido que está a la altura de ideológica de Le Pen, Salvini, Bolsonaro o Trump, me resulta preocupante, ya que echan todavía más leña al discurso del odio, avivan unas llamas que se están extendiendo por Europa y el mundo.
Es por ello importante una reacción, es importante que el discurso del odio no gane al de la razón y el de la solidaridad, es importante no olvidar también que la extrema derecha es minoritaria y es importante movilizar a esas personas que decidieron no votar (casi la mitad del censo) por hartazgo o incluso frustración.
Ayer se celebraron las elecciones de Andalucía, y ayer un partido xenófobo, racista..., fascista irrumpió (a pesar de no ser un recién nacido) en la política, obteniendo 12 diputados (más de 395.000 votos, menos del 10% del censo electoral). Dos de ellos de Cádiz.
No puedo negar el chasco que me he llevado, ni la vergüenza que he sentido y todavía siento, más todavía al ver en rueda de prensa a Pablo Casado, que parece más candidato que el candidato, arropado por su equipo con una sonrisa de oreja a oreja y diciendo que había llegado la hora del cambio, de que el PP gobernara (algo parecido dijo, parece ser, Rivera), de que "el centro derecha" ocupara su lugar.
No es que me sorprenda, pero que partidos que se consideran a sí mismos moderados (aunque sus discursos, que buscan la confrontación, cada vez más virados a la derecha, han sido un buen combustible para VOX) estén dispuestos a gobernar con el apoyo (y quién sabe si con algo más, pronto se sabrá) de un partido que está a la altura de ideológica de Le Pen, Salvini, Bolsonaro o Trump, me resulta preocupante, ya que echan todavía más leña al discurso del odio, avivan unas llamas que se están extendiendo por Europa y el mundo.
Es por ello importante una reacción, es importante que el discurso del odio no gane al de la razón y el de la solidaridad, es importante no olvidar también que la extrema derecha es minoritaria y es importante movilizar a esas personas que decidieron no votar (casi la mitad del censo) por hartazgo o incluso frustración.
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