El estómago te pide algo más de comida y tienes varias manzanas delante, pero no sabes si puedes repetir. Un comensal, el más charlatán de la mesa, coge dos o tres nísperos de forma consecutiva, así que eso te da pie a mover la mano y agarrar el mencionado fruto prohibido. Te lo comes y te quedas satisfecho, más tarde te informan de que la casera te miró con malos ojos.
Parece ser que el charlatán era uno de sus nietos, y que solo él tenía derecho a repetir.
28 de abril de 2014
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