Palpitan en el subconsciente, afloran en cualquier momento, vienen impresos en nuestros genes, pero también se adquieren a lo largo de nuestra infancia. La oscuridad y los monstruos, las arañas, los reptiles y los insectos, los gritos y los enfados; quizá una voz, un sonido y un gesto. Son temores inevitables, nos paralizan, nos subyugan, nos apresan.
21 de abril de 2014
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