Una vez más las personas son lo que menos cuenta. Que se quiera hacer pagar a los pequeños ahorradores, aquellos que han conseguido atesorar unos pocos miles de euros durante años de trabajo, por el desfalco provocado por otros (gobernantes y banqueros), hace que uno no haga otra cosa sino preguntarse qué entienden por equidad y justicia la señora Merkel y su querida Troika. No es un impuesto de dudosa legalidad lo que quieren imponer, es un robo descubierto a las familias obreras.
Si el Gobierno de Chipre ha generado una gran deuda ¿por qué no investigar (y condenar) a los gestores? Si la banca de dicho país está al borde del abismo, ¿por qué son los ciudadanos los que tienen que pagar porque unos pocos se han hinchado los bolsillos?, ¿por qué las deudas privadas terminan por convertirse en públicas y no así los beneficios? ¿Dónde esta la Europa de la justicia social? Tan solo queda una Unión Europea, a imagen de los líderes de antaño, Grande y Libre por la gracia de los Mercados.