lunes, 26 de septiembre de 2011

Preguntas y pesar

Hoy estoy triste. Desde que me he levantado me he sentido triste, y no sé por qué.

¿Será por impotencia? La impotencia de ver a unos políticos que gobiernan sin pensar en los que verdaderamente tienen el poder, en los que hacen que un país sea un país: el pueblo.

¿Será al ver el dolor de los demás? De la represión al pueblo sirio, de las injusticias en Palestina, de la eterna hambruna en África.

¿Será por culpa de los medios de información? Porque ya no informan y lo que cuentan es de forma sesgada, porque todo lo pasan por el tamiz de un color, porque callan aquello que tendrían que contar, porque ocultan muchas realidades.

¿Será porque las personas no aprendemos? Porque muchísimos aún se dejan manejar, porque defienden y justifican a indeseables, porque no se quitan los prejuicios, porque prefieren vivir en la ignorancia y la inacción.

¿Será porque cada día quedan menos bosques que talar?, ¿menos culturas que destruir?, ¿menos ríos que contaminar?, ¿menos especies que exterminar?

¿Por qué?, ¿por qué estoy triste?

martes, 20 de septiembre de 2011

Un niño malcriado

Los mercados son como un bebé o un niño malcriado, siempre piden más, y si mamá Estado lo da, exigen aún más.

El Estado, como buena madre, debe enseñar a su bebé que no se puede tener todo y dar nada a cambio. 

Políticos nuestros, dejad de consentir al niño, dejad de mimarlo. Gobernad para el pueblo, con el pueblo.

martes, 13 de septiembre de 2011

Memorias de un cazurro empedernido V

Mi abuelo Clotildo siempre me decía que los burros más grandes son las personas, y mi abuelo siempre tenía razón, que él fue el único del pueblo que estuvo una vez en la capital. Lo que más sorprendió a mí abuelo de ese viaje fue la de gente que había, que al parecer todas las calles estaban repletas de gente, muchas más, me dijo, que las que se juntan en la Feria de los Gorrinos que se celebra cada año en la Plaza Central; además todos iban con prisas a todos lados, parecían avispas saliendo y entrando de su avispero. La diferencia, decía, era que ellos no parecían saber a dónde se encaminaban.

Gracias a mi abuelo aprendí más que otros del pueblo, así que cuando le compré un borrico al Benancio decidí ponerle Clotildo. Enseguro que mi abuelo, allá en el cielo, me lo agradeció.

martes, 6 de septiembre de 2011

Perdidos

A pesar de todo nos perdemos.

Hay momentos que llegamos a un callejón del que no sabemos cómo salir, o a un cruce con tantos caminos que ignoramos hacia dónde girar, o un sendero que se desdobla en tantos otros que nos quedamos paralizados, sin poder reaccionar. Y entonces esperamos, y deseamos, que alguien pase por allí, y que nos coja de la mano y nos guíe, que nos indique cuál es la senda correcta, la que nos llevará a la realización personal...

Y a pesar de que el tiempo pasa continuamos esperando, y esperamos, esperamos, esperamos esperamos esperamos. Y a nuestra piel le salen manchas, y arrugas, nuestro pelo se encanece, nuestro corazón se deshidrata, y nuestros ojos nunca dejan de estar húmedos, con el lánguido brillo de la esperanza iluminándolos, conscientes de que nadie nos salvará, conscientes de que si queremos llegar al destino tenemos que recorrer el camino, pues es al final del mismo donde nos espera la mano que no nos guiará, sino que nos acompañará en busca del próximo sendero.